Hay productos que representan fielmente el origen, la tradición y la pasión de un pais, y el jamón ibérico es uno de ellos. Desde que tengo uso de razón no ha faltado en ninguna celebración familiar. A modo de aperitivo, junto con otros productos básicos pero de igual calidad o para culminar algunos platos de siempre ¿Quien no recuerda esos guisantes con huevo y jamón que preparaba tu abuela en pleno invierno y que te comías en la gloria?
El jamón ibérico es un producto gourmet, de una calidad incomparable y que tiene un sabor que muy pocos productos poseen. Un producto natural, auténtico y saludable. Su calidad está reflejada en su color, un rojo intenso marcado por una veta inconfundible de ésta raza ibérica que le dan sabor, aroma y textura.
Es uno de los productos más representativos de la dieta mediterránea, reconocida como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad, y que es un pilar básico para obtener una alimentación variada y equilibrada. Además, es un modelo de producción sostenible y contribuye al mantenimiento de un ecosistema único en el Mundo, la dehesa, que sólo se desarrolla en los medios rurales.
¿Veis mayor placer que disfrutar de su sabor? Cuando me hablan de jamón ibérico y me piden una receta, no hay mejor receta que disfrutarlo tal cual, sin mezclarlo con otros ingredientes, si no acompañarlo de elementos que ayuden a potenciar su sabor, como puede ser un pan o unos picos de calidad, una copa de vino o una tabla de quesos y frutos secos y uva.
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